domingo, 12 de marzo de 2023

Música Primitiva

 

La investigación sobre el origen y desarrollo de las Bellas Artes se orientó con el hallazgo de ruinas de antiguas ciudades, que proporcionaron pruebas de su arquitectura, escultura y pintura o bien de papiros y bajo relieves que, descifrados, permitieron conocer su pensamiento escrito.

        En cuanto a la música, como careció de escritura, hubo que recurrir a la observación del comportamiento de comunidades que todavía ahora permanecen en estado primitivo, deduciendo de su estudio cuál pudo ser el comienzo de su inclinación hacia el empleo de los sonidos.

Para nosotros la música es agradable o desagradable; alegre o melancólica; ceremoniosa o íntima; la escuchamos, la cantamos, ejecutamos o bailamos. Si nos emociona el contenido de sus versos, actúa en nuestro intelecto; si nos conmueve su melodía, actúa en nuestra sensibilidad. Pero para el hombre primitivo los sonidos tuvieron otro significado.

Rodeado de misterios cuyo origen ignoraba, como el nacimiento y la muerte, el día y la noche, la lluvia, truenos, relámpagos, inundaciones, sol abrasador, calor implacable, sequía, viento, nieve, frio, etc., su instinto le hizo buscar medios para impedir lo que le perjudicaba y conseguir lo que le beneficiaba.

Músicos prehispánicos modelados en arcilla


Creyó lograrlo con gritos, ruidos y danzas, pintando su cuerpo y cubriéndose el rostro con máscaras que “imitaran” esas fuerzas misteriosas que manejan los fenómenos (los que nosotros llamamos “Naturales”), porque al imitarlos, suponía dominarlos.

Entonaba cantos formados por pocos sonidos: dos o tres, que giraban alrededor de uno principal, cuando no era una especie de parlamento sobre un sonido único, insistente, acompañado del ritmo de instrumentos tipo maracas (que se sacuden) mientras profería una fórmula mágica que se repetía obsesivamente durante horas, hasta caer en un estado de enorme excitación o embriaguez. Con ello esperaba conseguir que los espíritus sobrenaturales obedecieran a algo que consideraba un medio infalible: el sonido

Además, para que ese sonido tuviera características especiales de conjuro, su voz debía ser distinta de lo humano, de lo natural; por eso la deformó hablando, gruñendo o gritando a través de un tubo de hueso o madera con una membrana vibrante, que produce un sonido nasal, hiriente y penetrante.

Según la creencia, dentro del tubo está encerrado el espíritu; de ahí que se lo venere y se prohíba exhibirlo a nadie a nadie que no esté iniciado (lo mismo ocurriría con instrumentos que se inventaron después)

Como entre la siembra y la cosecha el hombre es impotente, es común que recurra a la “magia” para lograr la fertilidad de la tierra, usando diversos conjuros; algunos rítmicos, como golpear el suelo sembrado con bastones y palos que llevan colgadas piedras o frutos secos con semillas dentro; otros consistentes en cantos y danzas alrededor del suelo sembrado.

Como esa música es lo único que puede lograr lo que el hombre anhela, no puede variarse; tiene que ser la misma para cada necesidad. Son modelos fijos que se cantarán o ejecutarán fielmente, constituyendo una magia ingenua, sincera y utilitaria que con el correr del tiempo fue superstición.

Tal sería la fuente de donde surgieron composiciones musicales que durante siglos se usaron en diversos pueblos, y que consisten en modelos invariables que ni el bailarían, ni el cantante, ni el ejecutante podían cambiar: el “raga” de los hindúes, el “magán” de los árabes orientales, el “nomos” de los griegos, el “nigún” de los judíos, ect.

 

Sach, Curt, Musicología comparada, pág. 65, Eudeba

Combarieu, Jules, La música, sus leyes y su evolución


domingo, 8 de julio de 2018

Música en la plaza de toros en 1809


El viajero y comerciante escocés John Parish Robertson (1792 – 1843) vino al Rio de la Plata en 1806, cuando tenía catorce años de edad, con los comerciantes que traía la primera invasión inglesa. Presenció la toma de Montevideo, en 1807, desde los barcos de la flota inglesa. Después pasó a Buenos Aires y en julio de 1809 asistió a la Plaza de Toros (en Retiro) a una corrida en honor del virrey Cisneros:  

John Parish Robertson
“Yo asistí en día de gala a una de esas corridas que contó con la presencia del virrey Cisneros y su séquito. Cuando entraron, la banda de música ubicada frente al palco del virrey, ejecutó el aire nacional España en guerra, mientras en el centro del circo o anfiteatro con capacidad para 12.000 espectadores, formó una compañía de apuestos granaderos que realizó varias notables y elegantes evoluciones ante el virrey, entre los vítores y aplausos de la concurrencia. Esa tarde se mataron catorce toros, murieron dos caballos y el héroe de la jornada fue el Ñato, un picador muy hábil y el espada Pedro Padilla”



Letters on South America. Vol II. Londres 1843

domingo, 13 de mayo de 2018

Alumbrando


En la portada del disco se lee «mis músicas no han sido compuestas para deslumbrar, sino para alumbrar» (Atahualpa Yupanqui) y es un excelente resumen del disco “Alumbrando” del guitarrista y compositor Pablo Fauaz. Disco delicado y profundo con letras de hermosísimo contenido poético, un trabajo de gráfica excelente y una música que invita a mirar… pero no sólo en un sentido: es mirar hacia el afuera, hacia ese horizonte que despunta el amanecer hondo y lleno de belleza; y es mirarse a uno mismo como ser de luz que está llamado a alumbrar, pero sin encandilar a nadie.
Pablo Fauaz eligió una frase de Atahualpa para resumir su propio disco, pero yo elijo una del propio Fauaz: «Si ando desarreglao, es porque me gusta el viento, que me arrugue bien los ojos para escuchar lo que siento»

Escuchalo en Spotify Pablo Fauaz Alumbrando

domingo, 22 de abril de 2018

¿Se puede convertir WAV o MP3 a MIDI y viceversa?

Si bien el WAV y el MIDI son formatos de audio no tienen nada que ver entre sí. No son convertibles y, sin embargo, se complementan a la hora de hacer música usando las computadoras como herramientas de producción y en esta nota aclaramos algunas ideas

    Cuando hablamos de convertir formatos en informática nos referimos a adaptar un archivo diseñado para una aplicación, de manera que pueda leerse en otra correctamente. Para que esto pueda hacerse, deben darse unas similitudes fundamentales entre los formatos que usan esas dos aplicaciones; por ejemplo, podemos convertir un archivo de WordPerfect en uno de Word. Esto es así porque ambos son formatos de texto, y las únicas diferencias reales entre los dos se deben a la manera que tiene cada programa de leerlos y tratarlos. Lo mismo sucede con formatos de imágenes digitales, como BPM, JPG o GIF. Todos comparten algo: son imágenes digitales. Unos formatos son comprimidos, otros usan más o menos colores, pero en realidad todos están leyendo información digital de un gráfico.

    Dando un ejemplo más palpable, convertir un documento de WordPerfect a Word sería como agarrar una camisa azul y teñirla de verde. Pero “convertir” MIDI a WAV (o al revés) sería como agarrar una camisa y transformarla en pantalones… en principio esto sería imposible.



    El MIDI es un protocolo de comunicación entre aparatos musicales. El MIDI en sí mismo no produce sonido alguno; consiste en mensajes que se dirigen unos dispositivos MIDI a otros, indicando qué nota debe sonar, a qué volumen, etc. Por ejemplo, un secuenciador manda mensajes de notas a un sintetizador y este obedece y suena. Aquí entra otro elemento de confusión. Mucha gente cree que un midifile suena porque sí, que lleva los sonidos "dentro", dado que ellos "no tienen un sintetizador en casa, sólo la computadora". Esto tampoco es verdad. Todas las computadoras actuales llevan sintetizadores-samplers incorporados, ya sea en su placa de sonido o virtuales (como el que implanta Microsoft en sus últimos sistemas operativos). Cuando reproduces un midifile, éste le indica al sintetizador de compu cómo debe sonar.


    El WAV es un formato de audio digital. Si colocáramos un microscopio sobre un WAV (figuradamente, claro), sólo veríamos cadenas de ceros y unos; el WAV es una fotografía digital del sonido real. La computadora convierte los impulsos eléctricos de una señal sonora en datos que se puedan leer. Así, cualquier reproductor de WAVs hará sonar la misma imagen del sonido original. En este caso no hay ningún protocolo o lenguaje que le diga a ningún dispositivo cómo debe sonar; el WAV en sí mismo es el propio sonido capturado, no una cadena de mensajes que se envían a un sintetizador o sampler, como el MIDI. Cabe aclarar que todo lo que se dice sobre el WAV se aplica al MP3 (que es un simplemente un WAV comprimido)


Lo fácil: grabando un midifile en formato audio

    Ya se ha dicho que un WAV es una captura digital del sonido real, y que el MIDI hace sonar un sintetizador o sampler mediante un protocolo de mensajes. Ahora bien, para tener los sonidos que produce un midifile en formato WAV, la cosa es sencilla... sólo tenemos que grabar digitalmente esos sonidos.


    Si tenemos un sintetizador o sampler externo que reproduce los midifiles, la cosa está bien clara: sólo hay que encaminar las salidas de audio del aparato a la entrada de línea de nuestra computadora, y utilizar un software o DAW para registrar esa señal. Muchos programas pueden grabar audio; cualquier secuenciador MIDI-Audio lo hace, y editores como Cakewalk Sonar, FL Studio, Propellerhead Reason, Steinberg Nuendo o Cubase, Cockos Incorporated Reaper, y por su puesto Avid Pro Tools cumplen con los requisitos para la tarea. Solo hay que seleccionar en el programa la entrada de línea de la placa de sonido, y grabarla.


    Si sólo dispones del sintetizador-sampler de tu computadora (ya sea virtual, por software, o incorporado a la tarjeta de sonido), sigue siendo fácil la solución.


    En el caso de la tarjeta de sonido, el sistema que utilizaremos dependerá de si ésta puede "autograbarse", es decir, si dispone de un circuito especial que reenvíe toda la señal que genera de nuevo hacia el ordenador. Lo que debes hacer es abrir el mixer de Windows (el control de volúmenes), ir a las opciones y ponerlo en modo "grabación". Eso hará que veas los niveles de grabación de las distintas fuentes posibles, y cuál está seleccionada para ser grabada en ese momento. Pues bien; sólo debes escoger como fuente el sintetizador, y usar (como en el caso anterior) un software o Daw para recoger la señal. Si tu placa no puede "autograbarse", tendrás que hacer manualmente el ruteo de la señal: une la salida de audio de la placa con su entrada de línea usando un cable de audio apropiado, y elige como fuente de grabación esa misma entrada de línea. Hay que tener cuidado aquí con los volúmenes de salida y entrada; ya no estás en el dominio digital y se puede distorsionar la señal si el volumen es muy alto.


    Para grabar la señal de un sintetizador o sampler virtual, el procedimiento es análogo: si la placa dispone de un circuito que permita grabar internamente la señal de audio que ella misma produce, solo has de elegir la fuente adecuada para la grabación (suele ser la fuente "WAV" o "Directsound" en muchos casos). Si careces de esta posibilidad, tendrás que hacerte con el cable ya citado y realimentar a la tarjeta con su propio sonido.


Lo difícil: descomponiendo un WAV en mensajes MIDI

    Esto es otro cantar. Grabar la salida de un sinte o sampler (hardware, software o de tu tarjeta de sonido) es un procedimiento obvio y sencillo. Pero si queremos obtener un midifile a partir de un WAV, las cosas se complican hasta el extremo...


    La razón para esto es que un WAV reúne información muy compleja sobre frecuencias, volúmenes, resolución, etc, y toda ella aparece mezclada, especialmente si el WAV es de una canción normal, en la que puede haber percusión, bajo, voces, acompañamientos... El WAV no entiende de notas ni de escalas, sólo de frecuencias y de sonido puro. Ya sabemos que el MIDI consiste precisamente en mensajes que indican a un dispositivo cómo interpretar música, así que convertir un WAV en un midifile sería algo así como cocinar una tarta y luego pretender separar los huevos, la leche y la harina.

    
    Así que, estamos en un problema. Pero hay alguna esperanza. Al igual que existen programas de reconocimiento de caracteres (OCR) que intentan "leer" un gráfico de un texto y convertirlo en datos reconocibles para un procesador de textos, existen programas que identifican los tonos de un WAV y, a partir de ellos, generan un archivo MIDI. Por desgracia, esta técnica tiene mucho más éxito con las letras que con el sonido ya que, como habrás imaginado, un WAV es algo mucho más complejo que una foto de la página de un libro, donde sólo hay caracteres de color negro sobre un fondo blanco, nítidos y fáciles de identificar para un programa de reconocimiento mínimamente inteligente. Identificar todos los tonos de un WAV, sus volúmenes, y aún más allá, los tonos y volúmenes de todos los instrumentos por separado, es una tarea imposible. Además, ¿cómo un programa de computadora podría diferenciar entre el timbre de un violín y el de una guitarra?


    Sin embargo, algo se ha avanzado en los últimos años. Actualmente uno puede conseguir un MIDI más o menos aceptable a partir de un WAV monofónico no muy complicado. Por monófonico entendemos aquel sonido que sólo contiene un tono a la vez, por ejemplo la voz humana o una flauta (ninguna de las dos puede hacer sonar dos notas al mismo tiempo). Al haber sólo una línea melódica sin acordes ni notas superpuestas se hace más fácil identificar los tonos y crear mensajes MIDI a partir de ellos. Algunos programas presumen de identificar incluso acordes y líneas más complejas, pero su eficacia es bastante dudosa. Por ello te recomendamos que, en vez de complicarte la vida con conversiones imposibles, busques directamente el midifile de la canción que desees; seguro que alguien en alguna parte ha secuenciado ese MIDI para que lo puedas bajar.

Mr. ArzNova


sábado, 14 de abril de 2018

Con la música a otra parte


Bicicleta

Con la música a otra parte
Disco de folklore & tango de exquisita interpretación de la mano de Cesar Ito, Chino Salinas y Nicolás Diaz. Una selección de música argentina con arreglos de extraordinario virtuosismo. Muy recomendable
 contaco: bicicletatrio@gmail.com